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SANTIDAD NO NEGOCIABLE

  • Foto del escritor: Marco Velázquez
    Marco Velázquez
  • 7 abr 2020
  • 3 Min. de lectura

"Dalila hizo que Sansón se durmiera recostado en su falda, y mandó llamar a un hombre para que le cortara las siete trenzas. Después comenzó a maltratarlo, y le gritó: «¡Sansón! ¡Los filisteos te atacan!» Sansón despertó pensando que iba a librarse como antes, pero no sabía que Dios ya lo había abandonado." (JUECES 16:19-20 TLA)




Cuando oímos hablar de Santidad, es inevitable encerrarlo en una idea, hasta cierto sentido, "corta". Pues estamos acostumbrados a encerrarla en la idea de que:


  • Alguien vive en santidad, cuando vive aislado totalmente de todo el mundo. Que alguien es santo, cuando solamente ora, ayuna, y asiste a los servicios o se sabe todo el salmo 119 completo.


Y aunque todo lo anterior es parte de llevar una vida de Santidad, la idea de Santidad no queda ahí. Es decir:


  • “La Santidad se vive a diario y no en un solo momento, se vive en cada lugar y no nada más en la iglesia, se vive con cualquier persona y no solo con los de la fe”


Si analizamos el significado de esta palabra en ambos idiomas, podemos darnos cuenta de algo sumamente hermoso. Y es que la Santidad:


  • En hebreo (Qadash) y en griego (agios), connota la idea de separación absoluta a Dios, pero también connota la idea de una DISTINCIÓN. Lo que es reservado para


En otras palabras: en nuestra vida se debe notar a quien le pertenecemos y por quien vivimos. A quien servimos y a quien reflejamos.


1 Pedro 1:15-16 TLA dice:

“Así que no hagan lo malo, sino manténganse apartados del mal, porque Dios los eligió para ser su pueblo. En la Biblia, Dios nos dice: «Yo soy un Dios diferente a los demás, por eso ustedes deben ser diferentes a las demás naciones.»”


Sansón tenía un llamado sumamente hermoso. Su llamado era ser un instrumento de bendición para todo el pueblo. Pero ante un llamado tan hermoso, se requería una gran responsabilidad. Sansón debía de vivir en Santidad. Debía vivir apartado de:

  • Las mujeres extranjeras.

  • El vino.

  • Lo inmundo.

  • No cortarse el cabello. Una clara distinción de su voto y llamado.

El voto de ser Nazareo, se debía reflejar en su vida, cuidando de no contaminarse con nada de lo que Jehová le había mando a sus padres.


Sansón tenía que llevar ese estilo de vida. Un estilo de vida que portara LA ETIQUETA DE SANTIDAD (LA DISTINCIÓN) en su vida.


Pero la palabra no muestra todo lo contrario. Sansón comenzaba a negociar su santidad. Comenzó a hacer todo lo contrario de lo que Dios había mandado. Y es que si somos sinceros muchas veces hemos pensado así:

  • Que es tantito.

  • Si él lo hace, porque yo no.

  • Nadie me está viendo.

  • Dios conoce mi corazón.

  • Dios sabe que soy débil.

  • Nadie es perfecto. Todos cometemos errores.

  • El año que viene seré mejor.

creemos que podemos seguir jugando con el pecado y que este no pasará factura. Muchas veces jugamos al "le pido perdón a Dios y listo"


Mi amigo, es verdad que nadie es perfecto, pero entendamos esto:

  • Dios no va negociar su Santidad con nadie. O nos decidimos a llevar una vida distinta o nos seguimos engañando a nosotros mismos.

  • La sociedad no quiere ver los mismos estilos de vida que ha venido viendo. La sociedad quiere y anhela personas que reflejen una vida totalmente diferente a los que ellos ven.

  • Quieren personas, líderes, pastores, jóvenes, adultos, ministros de alabanza, que les griten con el ejemplo que aún en estos tiempos hay personas que se atreven a vivir de manera distinta a la cultura del mundo.


Así que, podemos decir lo siguiente:


  • Vivir en Santidad no es aburrido como muchos pudieran pensar. Vivir en santidad es pararse en medio de la multitud, con una determinación clara y decir: -decido ser diferente-, decido llevar una vida diferente, porque mi Dios, mi Dios, a quien le pertenezco, me amó, me perdonó, me extendió su gracia a través de su Hijo Jesús y esa es razón suficiente para llevar una vida que agrade y glorifique a Dios.


Por último, meditemos en esto:

No es que Dios nos deje de amar si seguimos cometiendo faltas y errores. ¡No! Pero debemos decidirnos. ¿Llevar la misma vida que comenzaba a llevar Sansón y los demás, o llevar una vida distinta? ¿Negociar la santidad o no hacerlo?


¿Que vas a decidir?


Dios te bendiga.



 
 
 

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